martes, 11 de junio de 2013

Acoso Escolar por Homofobia

Considerada la sexualidad como una variable de la personalidad, la ciencia y la cultura asumieron tradicionalmente la categorización de las personas de acuerdo a una noción bipolar y auto-excluyente del sistema sexo-género (varón-hembra, hombre-mujer, masculino-femenina); según la cual resultaban opuestos e incomparables ambos polos. En este sentido, no se podían tener características masculinas y femeninas a la vez, porque resultaba incompatible, dado que la masculinidad era una falta de feminidad y viceversa.

Lo anterior, reforzó una jerarquía y estructura de poder desigual entre los géneros, base de la violencia sexista doméstica y escolar
  • La primera producida en el contexto familiar: entre padres, madres e hijos (as), entre hermanos (as), y entre la pareja; 
  • La segunda producida en el contexto escolar: entre docentes y estudiantes, y entre compañeros (as). 

En el contexto familiar, célula básica de la sociedad, se ha naturalizado el ejercicio del abuso machista contra quien se ha creído el sexo débil: las niñas y las mujeres; mientras que en el contexto educativo se ha tolerado el acoso escolar homofóbico: contra quien se ha entendido el sexo-género desviado: los amanerados y las marimachas. 

Hazle Visible… No Sólo Su Voz Comunica
El rechazo es un tipo de violencia
En Venezuela la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente, establece el principio de igualdad y no discriminación fundada en motivos de raza, color, sexo, edad, idioma, pensamiento, conciencia, religión, creencias, cultura, opinión política o de otra índole, posición económica, origen social, étnico o nacional, discapacidad, enfermedad, nacimiento o cualquier otra condición… (Art. 3). Asimismo, insta al deber de padres, madres, representantes, responsables, tutores (as), familiares y educadores (as), de brindar una crianza y educación basada en el buen trato, prohibiéndose con ello cualquier tipo de castigo físico o humillante (Art. 32-A). Además, contempla que todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a ser informados (as) y educados (as), de acuerdo a su desarrollo, en salud sexual y reproductiva para una conducta sexual y una maternidad y paternidad responsable, sana, voluntaria y sin riesgos (Art. 50).

La realidad muestra cada día que muchos estudiantes son vulnerados en sus derechos en Venezuela como en el mundo entero porque: son objeto de discriminación y violencia en las escuelas, por su orientación sexual -real o supuesta- o por su expresión e identidad de género (www.unesco.org).

Lastimosamente, la sociedad guiada por el desconocimiento y la intolerancia, ha venido etiquetando indebidamente a niños, niñas y adolescentes, quienes se hallan en estadios indiferenciado y de transición de su proceso de formación sexual-funcional, así como de construcción de su autoestima. En consecuencia, la burla y el rechazo que se desprende de tal tipo de violencia; perturba su sano desarrollo psicológico y sexual, con secuelas que se extienden a lo largo de la vida. 

Este bullying (acoso) homofóbico es un ultraje moral, una grave violación de los derechos humanos y una crisis de salud pública (Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas). 

Es por ello que adultos (as) significativos (as) en los hogares y en los centros educativos, precisan comprender lo imperioso de romper expectativas rígidas en “el deber ser”, “el deber hacer” y hasta “el deber tener” de las personas en función del parámetro dicotómico del sistema sexo-género.

En la práctica, tal parámetro se deconstruye y desnaturaliza, cuando se analizan los diversos aspectos biológicos, psicológicos y sociales del desarrollo y la expresividad sexual humana; la cual muestra variabilidad: (a) en la identidad psicosexual, que es la significación y concordancia pensamiento-afecto con las características genitales o corporales y, (b) en la identidad sociosexual, que es el grado de apego al papel comportamental o rol sexual asignado por el grupo social de referencia. Todo lo cual constituye la particularidad de cada persona con derecho al respeto y la inclusión.   

Debemos desprendernos de los prejuicios sexistas que afectan el sano desenvolvimiento personal, familiar, académico, laboral y social, así como valorar la integridad de todos (as) sin discriminación alguna, ya que en definitiva un Ser más completo y más saludable, suma y equilibra internamente lo mejor de la masculinidad y la feminidad, a nivel racional, emocional y conductual. El recurso? Gestionar una mejor educación sexual integral.

El Estado, las familias y la sociedad deben ser responsables en la defensa  y garantía de los derechos de los niños, las niñas y los adolescentes. Y como sociedad todos y todas estamos llamados a brindarles protección integral. Esto incluye ciudadanos y ciudadanas en su marco de actuación individual y demas organizaciones sociales, entre las que destacan  asociaciones civiles y fundaciones contra el bullying.

ESCRITO POR:  Idhaly Guzmán
Psicóloga Clínica. Sexóloga.
Especialista en Atención y Prevención de Violencia de Género.
Acreditada Defensora de Niños, Niñas y Adolescentes.
idhalyguzman@grupoambos.com

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