lunes, 25 de marzo de 2013

Feminidad y Masculinidad en contra de la Pareja

La feminidad y la masculinidad representan el rol sexual, es decir, actitudes y conductas de las mujeres y los hombres, que la familia y la sociedad consideran apropiado (según la cultura y la época). Esto es, lo que deben ser y hacer” las personas, dependiendo del sexo biológico con el cual nacieron: hembras o varones.

Yin Yang Parejas
Apoyo Grupal a Parejas
Por costumbre, desde que una criatura nace, tendemos a tratarle de acuerdo a lo que creemos de “cómo tendrá que comportarse”. Esto lo hacemos inconscientemente, a través de los regalos que le hacemos, la manera como le vestimos y la educación que le brindamos. Así, nos referimos a los “sexos opuestos”, divorciando desde la infancia a las niñas de los niños con expresiones tales como “los varones no hacen eso” (llorar, quejarse, jugar con muñecas, etc.) o, “las hembras no deben portarse así” (brincar, jugar fútbol, tener carritos, etc.).

Más tarde en la etapa de la adolescencia y sin percatarnos, seguimos divorciando a los chicos de las chicas, transmitiéndoles un mensaje confuso, “los hombrecitos ya deben tener relaciones sexuales porque son de la calle” mientras que “las jovencitas de su casa se mantienen sin sexo”. Otras exigencias a sus conductas, pueden ser base incluso de maltrato escolar, cuando las chicas no son “suficientemente femeninas” (delicadas, calladas, pasivas) o cuando los chicos no son “suficientemente machos” (fuertes, rudos, activos). Todos y todas hemos oído descalificativos asociados con “los amanerados” y “las marimachas”. Sin duda, señales de desconocimiento y discriminación, suponiendo que son signos de homosexualidad (lo cual también sería un basamento impropio); cuando en realidad, son sólo variables estilos de expresión socio-sexual que no deben ser objeto de violación de Derechos Humanos, entre ellos, Derechos Sexuales y Reproductivos.

Posteriormente en la adultez, inadvertidamente sostenemos el divorcio entre ellas y ellos, explicando las bases biológicas de las diferencias entre mujeres y hombres, argumentando que se “complementan”, en el sentido que “la mujer es, lo que el hombre no es”. 

Así, que una de las motivaciones erradas de la conformación de pareja sea, la elección de la persona que llena el vacío de la otra; encontrando que ambas, desarrollaron una identidad de género (“soy un hombre”, “soy una mujer”), que más bien los enfrenta. 

En consecuencia, si se unen dos personas de sexos “opuestos” y además de géneros o roles “contrarios, estereotipados y rígidos”, entonces, veremos parejas en las que por aprendizaje, predominarán conflictos tales como: incomunicación (ausencia de expresiones de amor y admiración); insatisfacción sexual (pérdida del deseo, rechazo, problemas de erección, incapacidad de sentir el orgasmo); inasertividad (agresividad-pasividad: atacar, callar); infidelidad (traición-desconfianza); celos extremos (vigilancia-control), maltrato (verbal, físico o sexual).

Una nueva feminidad y masculinidad a favor de la pareja, requiere de una complementariedad que signifique equidad. Esto es, que la mujer y el hombre se conduzcan con mayor equilibrio (consigo mismos y con los y las demás), reconociendo que dentro de cada personalidad, reside la capacidad de integrar lo positivo que la sociedad ha definido para cada sexo distinto, disfrutando ambos de los mismos derechos y privilegios. 

Para ello, más que el poder o el pretender dominar, debe reinar el respeto a la dignidad y el amor. De esta manera, verdaderamente será posible crecer en pareja, rescatando la empatía, la comunicación afectiva y asertiva, la confianza, la atracción (física, intelectual y sexual), la motivación, la actitud positiva, la creatividad y la sabia solución de los conflictos. Aspectos viables de ser potenciados por todos y todas, desde una sana autoestima en aras del bienestar integral personal.  

“No dejas de ser persona por ser pareja.
Si logras ser una persona sana y feliz, compartirás eso en pareja”

Revisar los propios hábitos que generan disconformidades que han surgido o que puedan surgir en el futuro de la vida en pareja y evitar con ello el riesgo de posterior trato violento a partir de la concepción de poseer poder sobre la pareja ejerciendo dominio mediante actitudes agresivas que generen daño emocional, físico, sexual, económico o patrimonial es una decisión que debe tomarse a tiempo y con apoyo personal y grupal, para el rescate y el mantenimiento de la salud de ambos.


ESCRITO POR:  Idhaly Guzmán
Psicóloga Clínica. Sexóloga.
Especialista en Atención y Prevención de Violencia de Género.
Acreditada Defensora de Niños, Niñas y Adolescentes.
idhalyguzman@grupoambos.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario