lunes, 18 de marzo de 2013

Redefinir la Masculinidad sin Temores ni Violencia


Masculinidad Positiva
Atención Grupal a Hombres
Somos hombres y como tales estamos obligados a llevar la carga familiar en nuestros hombros. Debemos además ser fuertes y capaces de defendernos a golpes. No llorar nunca y de ser posible tener a un mínimo de dos mujeres. ¿De verdad piensas que este tipo de pensamiento te puede seguir funcionando en el siglo XXI? Estos modelos de crianza constructores de “hombres fuertes”, basados en la capacidad física, la aparente valentía, la agresividad, la sexualidad instintiva e impulsiva y de todos aquellos estereotipos valorativos del “macho”, le han negado a los varones, su derecho a la afectividad.

La masculinidad carece de salud si no comprendemos que aquello del “macho-productor”, ya hoy no define al “más apto”. Debemos desprendernos de consignas como: “los niños no lloran porque parecen mujercitas”, “a los varones no se les consiente”, “hombre que muestra sus sentimientos descubre su debilidad”, “hombre tierno se ve ridículo”, etc. Estos pensamientos, que arrastramos por generaciones y que si no concienciamos muy probablemente heredemos a nuestros hijos, son precisamente los que crean las bases para el aprendizaje inadecuado de la violencia como una forma de expresión de la “esperada virilidad” y como una estrategia de resolución de los conflictos. Además de ocasionar daño no solamente alrededor (parejas, hijos, hijas, amigos y amigas); sino contra uno mismo, de quien cuesta mucho más huir.

Existen maneras de trabajar el tema, pero definitivamente el primer gran paso es reconocer nuestra responsabilidad absoluta de nuestras conductas violentas y comprender que estamos incurriendo en un delito. Sin este reconocimiento no podremos avanzar al segundo paso, que consiste en identificar nuestras creencias distorsionadas que “justifican la violencia” en sus distintas formas. Algunas de estas creencias distorsionadas son:

“Los niños y niñas no tienen voz ni voto”. “Si los niños y niñas o adolescentes aceptan tener contacto sexual con un/a adulto o adulta, entonces son los y las responsables”. “El niño, niña o adolescente disfrutó del contacto sexual, entonces no tendría por qué quejarse”. “Si yo lo trato mejor que en su casa, donde sus padres le pegan… yo sólo le doy cariño (entiéndase abuso sexual)”. “Si me acerco a una chica sin utilizar la fuerza me va a rechazar”. “Si rechazo tener sexo con una mujer, me tomará por raro”. “A las mujeres les gusta que les maltraten”. “El hombre de la casa es quien manda”. “La mujer debe quedarse en casa sólo cuidando a sus hijos e hijas y atendiendo a su marido”. “Las peleas de pareja son asunto sólo de dos y nadie debe meterse”. “No es mi intención ser agresivo pero ella me provocas y se lo busca”.

Si te has sentido identificado con los argumentos antes descritos, te sugiero buscar ayuda profesional para no caer en la reincidencia del ejercicio de la violencia, cortar la cadena de maltrato intrafamiliar, y trabajar en terapia individual y/o grupal para el manejo de la ira y la agresividad, el control de impulsos y la resolución pacífica de los conflictos.

La Masculinidad Afectiva y Efectiva junto al amor y la sexualidad digna es tu derecho. Como lo expresa el psicólogo Riso W. (1998): “...es poner a trabajar nuestra bioquímica  en la dirección correcta siendo capaces de llorar, abrazar, acariciar, mimar, sonreír... en respeto a la integridad psicológica tanto del varón como de la mujer… no violentarse internamente, ni violentar.

Por último te invito a reflexionar: “Por principio de reciprocidad, lo que hagas hacia una persona es lo que obtendrás, así, si querías respeto y lo buscaste por la fuerza, obtendrás resistencia”. “Tus adversarios también forman parte de tu paz, a la que renuncias cuando te decides a atacarlos”. 


ESCRITO POR:  Miguel A. Constenla C.
Licenciado y Máster en Conducta Humana.
Especialista en Autoestima, Mediación de Conflictos y Parejas.
miguelconstenla@grupoambos.com

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